miércoles, 10 de noviembre de 2010

Corona de espinas de la que comer

Es el antojo del ojo que ve cómo muere sólo a través de la misma mirilla, de la misma puerta que quiere romper. 
Es una mano intentando coger del amor algún pedazo y los tacones en la nuca de la vida, manzana podrida, quijada de Abel, que se entretiene desabotonando las claras del día para verte bien.

Es una blusa con nudo en el pecho. Es un largo trecho y desaparecer. 









Mención al piso de arriba de donde se han usurpado, consentida y cariñosamente, algunas de las fotos de esta entrada.

martes, 2 de noviembre de 2010

Descansa en Paz

Andy Irons, hawaiano, surfista profesional de 32 años ha muerto de dengue esta tarde, tras abandonar Puerto Rico camino de su médico.

Espantoso.
Ayer antes de acostarme por alguna extraña razón me entraron ganas de echarle un ojo a las fotos que conseguí sacarle a Andy Irons en la última edición del Rip Curl Pro Portugal.
Desde que hice esas fotos supe que transmitían una calma y una serenidad extrañas y ayer por alguna razón quise mirarlas e intentar sentir un poco de esa calma. Viendo las fotos pensé en compartir las que más me gustaban en alguna red social, o imprimirlas y colgarlas en la pared de mi cuarto, como si eso sirviera para contagiarme un poco de esa calma.
Tonerías, pensé, y me fui a dormir.
Ya en su momento, en cierto modo me impactó lo que vi en Andy Irons ese día, supongo que más por la expectación que por otra cosa.
En cuanto lo vi en la zona de surfistas del Campeonato, al famoso 3 veces campeón del mundo de surf conocido por su fuerte carácter, supe que tenía que hacer algo. Tantos años viendolo en revistas y películas y de repente verlo a 20 metros poniéndose el neopreno... No satisfecho con sacarle fotos sin jugo de lejos, le grité "Eh Andy, smile!", pensando, ese cabrón no me va a hacer ni puto caso.


Acto seguido, se puso la licra roja, cogió su tabla y se dirigió a la orilla a estirar antes de su manga. Y ahi vienen las fotos de las que os hablaba. Se sentó en la orilla y se puso a estirar y a mirar el mar, abstraído de las decenas de cámaras que le apuntaban.



Llegado el momento se levantó, cogió su tabla y con toda la serenidad y la calma del mundo se metió al mar.



En el mar había espectáculo. Andy necesitaba un 6,3 a falta de 3 minutos para superar a Kai Otton y no se veía ninguna ola en el horizonte cuando dijo el comentarista "tratándose de Andy no penséis que esto está acabado". Dicho y hecho. Último minuto, Andy coge una ola y se mete bien adentro del tubo. Cuando sale, la playa estalla en aplausos y gritos, aunque la ola no era de las mejores y muchos lo sabíamos. Le pusieron un 5,93.
Nada más perder la que (desgraciadamente) sería la última manga de su vida, todavía accedió a firmar autógrafos y a hacerse fotos con los fans. Pues no es tan borde el tío, pensé.


Ironías de la vida, hace un par de días leí unas declaraciones suyas que decían: "Creo que los acontecimientos de The Search son realmente únicos en que te encuentras en un lugar diferente cada año. Estoy muy ilusionado por ir a un lugar nuevo y esto me mantiene muy motivado para la competición". 


Quien iba a decir que justo en un Pro Search, evento que ya ganó dos veces, encontraría la muerte a los 32 años y con su mujer a punto de dar a luz.

Éste es el recuerdo que me queda de Andy Irons.
Descansa en Paz, campeón.